

Imágenes del Palacio Nacional antes 2008 y después 2016.
Fuente Google Maps
BAILEMOS!
Nuestro cuerpo despojado de gestualidades, nos hace actuar como máquinas, insensibles programadas para ciertas funciones en cierto espacio y tiempo. El baile como muchas otras actividades se llevan a cabo bajo ciertas normas y acontecimientos, por ejemplo bailar en una fiesta o en un antro se considera normal, pero bailar en una biblioteca, en una tienda departamental o en los baños públicos se percibiría como algo erróneo que generalmente cae en la locura.
El baile ha sido utilizado históricamente como un símbolo de ritos y cortejos, un movimiento instintivo del cuerpo, una actividad motora que mezcla ideas, sonidos, sentimientos y emociones, ya sea individualmente o en grupo. Como toda actividad corpórea, se ve atravesada por la cultura, factores morales, estéticos, políticos, sicológicos, biológicos y técnicos. Por lo que el modo de bailar de cada individuo se ve impregnado de todos estos contextos, más sin embargo consideramos que el baile a pesar de todas las estructuras que pudieran atravesarlo, es una expresión que en el fondo da impactos de identidad.
La manera de danzar que lleva el sello de cada individuo comparándolo con la poesía de cada poeta. Por medio de este quehacer queremos ayudar a que el cuerpo piense, se emocione y transforme esta actividad síquica, efectiva en movimiento, gestos, ademanes y quietudes cargadas de sentido propio (Stoke 1987).
De esta forma usamos el baile, como liberador de identidad, no como una acción sujeta a técnicas, sino como impulso sensitivo. Descontextualizar el baile a través de las calles que están impregnadas por la disciplina sería el choque necesario para hacer una grieta en el espacio normalizador, para tomarlo y empoderarnos de lo que en un principio es el espacio público. Dejar de ser simples transeúntes en las calles, simples autómatas programados con funciones establecidas por el Estado, para transformarnos en singulares que sienten, que expresan y que se manifiestan a distintos ritmos en un mundo lineal.
La acción se llevó acabo en las calles 5 de mayo y Moneda, en la noche del 22 de Julio.
Aunque el performance seguía siendo de alguna manera una nueva forma de protestar ante la violencia estatal, resulto ser una acción que nos conllevaría al empoderamiento de nuestros cuerpos y nuestras calles, a través del baile. Decidimos utilizar los atuendos que usamos en el trabajo (Yoscelin) y en el servicio social (Luna) a manera que se reflejara el trabajo como la actividad que más nos objetualiza y jerarquiza en el mundo capitalista., formas de vestir que sirven como normalizadores: saco y tacones. También el usar esta ropa nos hizo reflexionar que al titularse, el siguiente paso es el comienzo de la vida laboral, el comienzo de nuestra vida útil y mercantilizada.
¡Bailemos! para sentirnos vivas, para sentir el presente, para dejar de estar inmovilizadas por la represión, por la ansiedad del futuro y la presión a formarnos como profesionistas.
Estamos aquí bajo la lluvia, rodeadas de pavimento, de smog, de granaderos y vallas, de miradas alienadas, coartadas por leyes y preceptos, más sin embargo viviendo y experimentando nuevas formas de sentir y de actuar. Quitémonos los engranes, las cadenas y la necesidad de riqueza.
Vibremos y permanezcamos intensamente.
Acción realizada con Yoscelin Guevara
Artista Visual..




Fuente de esta imagen: http://www.guiadelcentrohistorico.mx/kmcero/callejero/moneda




Imágenes del Palacio Nacional antes y calle Moneda 2008 y después 2016.
Fuente Google Maps
